LA PEOR EPIDEMIA
Claramente entendible resulta que nos hallamos ante una tremenda epidemia que pone en riesgo la calidad de vida y la vida misma de muchos millones de personas, para la cual, las terapias, tratamientos y servicios médicos existentes son prácticamente inútiles.
Como bien señala Mascheroni; solo en contadas ocasiones se hace referencia al tema, y en esas raras veces, confunden el origen y efectos, con otras patologías ajenas a la génesis de este flagelo, cuando no, también confunden la sintomatología con la enfermedad.
Estamos en presencia de un mal
que, a diferencia de otros, se instala cada vez en menos personas. Pero sus
efectos son sufridos en una progresión catastrófica por el resto de las
personas.
Los expertos creen que este tipo de plagas, se harán cada vez más devastadoras,
debido al crecimiento demográfico, la falta de espacios para viviendas, la
pérdida de suelos naturales, los agro negocios, el consumismo irracional, el
cambio climático y el contacto inadvertido con los pocos, pero cada día más
poderosos vectores perniciosos.
La mayoría de los gobiernos evitan dar la voz
de alerta ante la catástrofe, por temor a reacciones de la población, que los puedan poner en riesgo de perder sus
gobernabilidades. Esto vuelve más peligrosa la situación, por cuanto ante la
falta de información la gente no actúa en forma preventiva y sucumbe víctima de
la plaga.
Otras opiniones, económica y politicamente
interesadas, se empeñan en difundir que sería imposible evitar la expansión de este
azote mortal para los pueblos. No obstante, se sabe que se pueden tomar medidas
precautorias y hasta activar sistemas de alerta para hacer frente a la
emergencia, con chances ciertas de diezmarla.
Esta epidemia, que deja millones de víctimas a su
paso, se origina a partir del vector que Mascheroni ha dado en llamar “ROC” que no es
otra cosa que la Riqueza Obscena Concentrada, originada por el apetito
insaciable de poseer bienes materiales, ligado a la vanidad, el egoísmo, el
sentirse el centro del mundo y querer tenerlo todo.
Los portadores de esta calamidad, no son difíciles
de hallar, muchos de ellos se muestran alegremente y además, los organismos
impositivos estatales los conocen, pero poco hacen para neutralizar sus
efectos, también los apañan aplicando inentendibles leyes vigentes.
No existen en la en la naturaleza ni en la ciencia económica,
las categorías de ricos y pobres sin posibilidades de controles. Lo que sí existe es la diferencia entre enriquecidos y empobrecidos donde para
que unos pocos puedan llegar a enriquecerse, antes debió haber muchos que se hayan
empobrecido a expensas de los enriquecidos,
También el maestro santafecino nos alerta que en 2016 más de la mitad de la riqueza
mundial estaría en manos de tan solo el 1% de la población...”
Actualmente, se sabe que las 80 personas más ricas
del mundo, tienen una riqueza igual a la de todo el patrimonio del 50% de los más
pobres. Que son tres mil quinientos
millones de personas.Lo alarmante, es que estos vectores raramente son señalados como responsables de estas calamidades y la mayoría de las veces, desde distintos ámbitos u organizaciones sociales, simplemente se repudian nombres propios o de fantasías, que pueden tener una efímera exposición y prontamente desaparecen, quedan en el olvido. Es común escuchar de boca de líderes populares, durísimas críticas contra grandes empresas de niveles internacionales y otras de alcances locales, sin llegar a lograr la aplicación de las medidas judiciales correspondientes sobre los portadores del “ROC”, .mientras ellos, a través del “Dios mercado” regulan nuestras vidas y muchas muertes, cómodamente abrigados en los brazos de la impunidad.
Los portadores de este virus nunca han sido aislados, ni se los pone en
cuarentena y hasta hay casos en que logran ser premiados con votos.
Tal vez la Corte Internacional de Justicia,
debería tipificar al ROC, dentro de los delitos de lesa humanidad, por ser responsable
de abusos de poder, sometimientos a la servidumbre, muertes sin esclarecer, guerras,
genocidios y exterminios varios.Al no aplicase terapias prudentes, los mejores remedios para estos males, pueden surgir de las políticas de Estado y los valores morales de las ideologías, pero están escaseando... no se encuentran en las farmacias...
NORBERTO GIALLOMBARDO (en agradecimiento al maestro Ricardo Luis Mascheroni)
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