(21/10/2024 - por Norberto Giallombardo) - Un nuevo 17 de octubre nos ha tocado ver. Y tal como nuestra historia, aunque nos duela, desde 1810 está colmada de sorpresas e impensadas situaciones, este nuevo aniversario de aquella popular epopeya del siglo pasado, acaba de agregar una sorpresa a la ya larga lista.
No sorprendieron las divisiones internas de lo que queda del peronismo histórico, tampoco sorprenden, ni menos intrigan, las frases altisonates de uno y otro lado de ese sector que sigue autosintiéndose movimiento. Lo que este nuevo 17/10 nos ha traído como novedoso hecho, ha sido la pretendida "visita histórica" de la actual vicepresidenta a la olvidada ex vice y ex presidenta por sucesión.
La actitud de la señora Villarruel, vista desde este humilde rincón de las hornallas pueblerias de Bernal, no irrita sólo a quienes con su voto-castigo al mal gobierno anterior posibilitaron que esta señora acceda a la vicepresidencia. Más irrita a quienes vivieron la sangrienta represión de la tristemente recordada "Triple A" (Alianza Anticomunista Argentina) que no sólo se cobró víctimas en el seno del comunismo de entonces. Aquella sucesora de Perón (que ahora pretendió reivindicar Villlarruel) en su corto y triste mandato, posibilitó el apogeo del terrorismo de Estado, compartiendo el dominio político con aquel nefasto personaje "el brujo" José López Rega, cuya ascendencia sobre el propio Perón, sigue avergonzando a viejos peronistas que fueron impotentes para disuadir a su líder de las barbaridades que ese secretario privado cometió, aún en vida del viejo general. Solo basta recordar, las inadmisibles prácticas necrofílicas a las que se prestó la reivindicada por nuestra Vice, con las que López Rega profanó los restos mortales de Eva Perón, bajo la demencial convicción de "trasladar el alma de Evita, al cuerpo vivo de Isabelita". Setenta y nueve años nos separan del primer 17 de octubre y cincuenta de aquellos tiempos de crudas represiones que precedieron a los no menos crudos tiempos de dictaduras. Pero en lo específicamente demencial ¿puede decirse que la búsqueda de simpatías políticas en un prematuro inicio de campaña, esté lejos de pasadas instancias demenciales?.
Quienes pretenden superar todo lo malo del pasado para transitar este duro presente, esperanzados en un futuro leal para una República libre y democrática, para todos los sectores sin excepciones, no pueden menos que rechazar la manifestación de Victoria Villarruel, quién ha dejado incontrastablemente evidenciadas su convicciones personales.Tampoco se congracia con nadie, alejándose de la libertad de cultos reinante en Argentina.
=========================================== hombre fuerte de la represión en los años más demenciales, con esa dupla en el poder, y los Montoneros y el ERP azuzando la sangre, y luego de ellos, la noche más negra con la irrupción cuadriculada y letal de la Dictadura.
Fue el 17 de octubre, el día de la Lealtad, en éste caso día de la lealtad vicepresidencial a María Estela Martínez de Perón, la mujer del postrero Juan Perón, que sabía que partiría de un momento a otro de éste mundo, y decidió dejarle el país a cargo, y desde entonces creció la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina, y con eso el terrorismo de Estado, porque la Triple A, persiguió, y desapareció personas desde lo alto del poder político, asociados profundamente Isabel y José López Rega, el brujo, necrofílico astrólogo, autor de diversos textos apabullantes, entre otros uno titulado “Nuestra deuda con la vaca”, ilegible por lo babélico y esotérico. Volvió el aura con la reivindicada Isabel, de aquel malvado y disparatado hombre fuerte de la represión en los años más demenciales, con esa dupla en el poder, y los Montoneros y el ERP azuzando la sangre, y luego de ellos, la noche más negra con la irrupción cuadriculada y letal de la Dictadura. “En un día como hoy en donde se habla de lealtad quiero reivindicar su figura”, escribió Villarruel.
Y luego, la vicepresidente instaló un busto de Isabel en el Senado que había pertenecido al metálico nacionalista, Ricardo Iorio, rocker heavy, siempre ponderado por Villarruel, acusado en diversas oportunidades de antisemitismo: “Si sos judío no vengas a cantarme el himno, la c…de tu madre”, alabador tácito y explícito del carapintada Mohamad Alí Seineldín a quien le dedicó un tema de no muy encubierta ideología, “Caballo verde”, en alusión a una arenga en reiteración que se le atribuye a Seineldín frente a su tropa: “Es mas fácil ver un caballo verde que a un judío honesto”, Iorio escribió en su canción: “Puede haber caballo verde/ más no uno de ellos honesto”.
Seineldín, golpista no consumado en los hechos, tras intentar insurrecciones abiertas y en armas.
Isabel, aquella de “no me atosiguéis” la del Rodrigazo cuando estalló como nunca la economía argentina, la sucesora que nunca rozó la dimensión mitológica de Eva Perón.
Victoria Villarruel y el corazón delator de sus convicciones profundas; que abrazada a Isabel Perón encarna en ese gesto la sideral distancia del Liberalismo, y ni qué decir respecto del anarco libertarianismo.
Isabel, de misa dominical madrileña, ermitaña profunda en su distancia, pretendidamente escondida siempre por el peronismo que la prefiere invisible tras todos los cortinados posibles.
Primer Mandataria con busto en el Senado, y el pasado que vuelve y aquella fórmula duplicando el apellido: Perón-Perón, por la que votaron la mayoría de los argentinos en 1973, revisitando el espíritu veleta de una sociedad en la que Villarruel encuentra un público; nacional-católico, supuestamente distante de otra foto escabrosa; la de Iorio abrazado junto a Alejandro Biondini, quien supo reivindicar a Adolf Hitler, y jefe en su momento del ultra nacionalismo, de un purismo argentino que se parecía demasiado el etno racismo liso y llano.
Cuando murió Iorio Victoria Villarruel escribió para que quede inscripta su mirada indudable: “Se fue un hombre que amó profundamente a nuestra Argentina, que sufría con su caída y que anhelaba que algún patriota la pusiera de pie. Hasta siempre inmenso Ricardo Iorio. Me quedo con tu voz única y la argentinidad que duele”.
Victoria, Isabel, Iorio; un sólo corazón nacionalista, sedientos de un país religiosamente añorado, prosternado frente a la bandera.
Dios, Patria, rock duro y caballos verdes, catecúmenos de patrias supremacistas y un tejido que se solidifica en ese busto de Isabel; con rostro de dignataria, ajena en su entidad escultórica a las demandas de la historia, resurrecta por el poder de Victoria, que asoma por caminos divergentes a los del presidente, el jardín de los senderos que se bifurcan.
Furtiva hasta ahora, Isabel, condenada al ostracismo según Villarruel, abrió la vicepresidente el cofre de los recuerdos de todas las vesanias, e Isabel firmó y dio inicio como presidente al así denominado “Operativo Independencia”:
“El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en provincia de Tucumán”.
Victoria Villarruel convalida y no oculta, con su decisión isabelina aquel accionar, y eso no es objeto de refutación a priori, porque aquellos tiempos eran delirantemente sangrientos.
Y hoy fermenta una brecha entre Villarruel y el Primer Magistrado de cabellera desconcertada.
Todo es una locura, revividos los manicomios del pasado.
A la vez es una locura estratégica, meditada, elocuente, un ajedrez político puro acechando detrás de la efigie de Isabelita.
“Perón-Perón”, luche y vuelve Isabel.
Es que la locura suele ser astuta.
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